Época:
Inicio: Año 1 A. C.
Fin: Año 1 D.C.
Antecedente:
CRÓNICA MEXICANA
(C) Gonzalo Díaz Migoyo y Germán Vázquez Chamorro
Comentario
Capítulo 86
Trata en este capítulo como Monteçuma, rrey, fue sus gentes contra los pueblos de Nopalla y ycpactepecas porque no querían tributar a la corona mexicana, y como fue él em persona con su poder
Para aber de çelebrar su fiesta y coronaçión el rrey Monteçuma, que segundaron baxadores para los pueblos de Nopalam y huicpactepecas a que tributasen a la corona mexicana, y como por segunda bez no quisieron obedeçer, dixo Monteçuma hiziesen llamamis a los rreyes de Aculhuacan y tepanecas y chalcas, suchimilcas y a todas las demás prouinçias y pueblos comarcanos y a los mexicanos, luego se aperçiban con armas de rrodelas, espadartes, deuisas, porras, homdas para yr sobre estas gentes, y sea con breuedad. Y así, fueron por mensajeros de los rreyes y demás pueblos Tlacateecatl y Tlacochcalcatl, Acolnahuacatl, Ezhuahuacatl, Ticocyahuacatl, Tezcacohuacatl, Tocuiltecatl y los llaman generales de las de las guerras, Cuauhnochtli, Tlilancalqui; los quales, según uso y costunbre, llegando fueron bien rresçibidos y les dieron de bestir y con buen despacho de ser presto con toda su gente y armas, y por lo consiguiente, todos de cada parte y pueblo. Bueltos con buen despacho, biniendo luego los rreyes los primeros a oyr el mandato de [120r] del rrey para esta guerra, despachados los rreyes para lo que conbiene a esta guerra, proueyeron de todo lo nesçesario a ella, en espeçial el matalotaxe, ha de yr de sobra por ser largo el camino. Y los mexicanos mandaron que se juntasen los tequihuaques conquistadores, cuauhhuehuetques, achcauhtin, otomi de los quatro barrios de Moyotlan, Teopan, Atzacualco, Cuepopan, se juntasen las escuelas de guerras y ayuntamientos a exerçitar las armas y rrepresentallas la bondad y fineza de ellas, sobre todo espadartes de nabaxa y pedernales, baras tostadas arroxadizas (tlatzontectli); y la junta de hombres hechos usados en guerras y nuebos mançebos prinçipiantes, unos con otros, esforçarse para esta guerra y encomendados muy bien; y la breuedad y sobra de matalotaxe, armas abentajadas. Se dio pregón uno ni nenguno quedase la çiudad de Mexico por negligençia y descuido, pereza, so pena que a la buelta del campo contra enemigos abía de ser afrendo públicamente y desterrado para otros rreinos. Y así, otro día començó a marchar el campo mexicano y luego con abiso de todos partieron de todas partes con sus escuadrones, cada pueblo su capitán y armas, fardaxe, a la postre los mantenimientos, matalotajes. A la postre partió el rrey Monteçuma con todos los prençipales capitanes baleros de Mexico. Dos días antes partieron mensajeros para dar abiso por los pueblos que por el camino abían de pasar tubiesen todos los bastimientos un palaçio y en otro palaçio el rrey de Acolhuacan, otro el rrey de Tacuba, con aquellas largas oraçiones y ofresçimientos tan encaresçidos fue rresçibido, y cada uno su estançia y lugar conforme las calidades de cada campo. Abiéndoles dado de comer y beuer a todos ellos, dixo Monteçuma a su mayordomo (Petlacalcatl) que le truxese a él del matalotaxe que él traía, que no quería comer de los manjares delicados de aquellas gentes sino ásperos, duros. Acabado con esto, les dieron sus basallos muchas rropas de todo género para el camino y cotaras para los prençipales, e al despedirles dixo: "Mirá que quando de allá boluamos biaré mis mensajeros para que salgáis a rresçibirnos. Y con esto, fueros despedidos y començó a marchar el campo, y por lo consiguiente le hazían y rresçibían todos los caminos y pueblos que descansauan, hasta llegar adonde lleuauan la determinaçion. Llegados a Nopalla y en Yepactepec, dixo Monteçuma a Cuauhnochtle, capitán, luego [120v] aprestase a los dos rreyes y a todos los demás prençipales de todos los pueblos haziéndoles la oraçión que es costumbre antes de entrar batalla, poniéndoles ánimo baleroso, proponiéndoles la gloria se alcança en esta bitoria y que los que en ella muriesen yban derechos al descanso perpetuo con el Titlacahuan y los dioses Tlo[?]tlateuctli y Xiuhteuctli, dioses de los areis, llubias, noches. E con esto, llamaron luego a los biexos cuauhhuehuetques, tequihuaques, cuachicme, otomi. Manda luego que den abiso a todas las naçiones que si alcançaren bitoria contra sus enemigos que maten sus esclauos, sino los lleuen presos y biuos a la gran çiudad de Mexico. E luego mandó que los soldados balientes que son astutos en guerras, que se escogiesen los más balientes dellos y fuesen a las tradas, salidas del los pueblos de los enemigos a ber las calles, casas, fortalesas que tienen "y por dónde traremos, bamos con derecho camino", e que nenguno hiziese rruydo ni diese bozes so pena que por ello moriese, "que sería causa de desbaratar el campo y dar lugar a los enemigos de aprouecharse de nosotros y matarnos". Y con esto, y de los escogidos les dierom para yr apretados los cuerpos mantas y rrodelas, espadartes finas de nabanxas y pedernales. Y llegados a medianoche, yendo tan secretamente que hasta la casa rreal traron y contaron las calles y sus tradas, salidas y subieron ençima del templo de sus dioses y por lleuar señal y testimonio de ello y ser creídos, trauan tan sotilmente que les tomauan a las mugeres que dormían sus criaturas con sus cunas, otros mayorçitos, boluiéndolos mantas por lleuarlos abrigados, que no llorasen; otros traían los braços de las piedras de moleer (metlapiles). Y con esto, se salieron muy sotilmente de los pueblos y antes de amanesçer se ban a las tiendas del rrey Monteçuma al qual les estaua esperando armado de todas armas, con una diuisa de muy rrica plumería y sima una abe, la pluma dél muy rrica, rrelumbrante, llaman tlauhquecholtontec, yba puesta que paresçía yba bolando, y debaxo un atanborçillo dorado muy rresplandeçiente, trançado con una pluma arriba de la abe arriba dha, y una rrodela dorada de los costeanos, muy fuerte, y una sonaxa (omichicahuaz), y un espadarte de fuerte nabaxa ancha cortadora. Y al salir del Luzero de la mañana, lleuando aquellas señas truxeron, dan un alarido a la primera gente señal que luego saliesen y siguiesen a los que abían a mirar y atalayar el pueblo. Arrancan todos con mucho conçierto de cada escuadrón de cada pueblo, muy en orden, tretexidos los tequihuaques y cuachic, otomi y cuauhhuehuetques, de suerte yban como un rrezio paredón cada rringlera. Y como lleuó la delantera el rrey Monteçuma, se subió un gran paredón de la fortaleza de los enemigos. Subido allí, comiença a tocar el atanborçillo dorado y de quando en quando las sonaxas, animando a los mexicanos. Cobraron tanto ánimo con esto los campos que fueron como rrayos y comiençan de matar tantos de los enemigos que no dexauan biexo ni biexa, moças, criaturas, que todos yban por un rrazero. Comiençan de quemar casas y luego el templo, que lo asolaron y derribaron, que paresçían los pueblos [121r] humo que sale del bolcán. Eran las siete de la mañana. Con esto, comiençan de cautiuar hombres, mugeres, niños y derribándoles las casas. Biendo tanta destruçion, dan bozes los miserables yndios otomíes bençidos, con tantas lágrimas que enterneçían los coraçones, diziendo: "Señores mexicanos, condoleçeos de nosotros, que os tributaremos. Bastan ya las muertes de tantos biexos, biexas, mugeres, niños, que con los muertos y los cautiuos que lleuáis no quedamos la sesta parte de los que éramos". Rresponden los mexicanos diziendo: "No, bellacos, que abéis de morir todos mala muerte". Y no çesando la crueldad de los mexicanos, tornan luego a rrogar con mucha clemençia y umildad, pidiendo misericordia, que harían y cumplirían su tributo, que allí estaua, y biarom cargas de mantas llaman cuachtli y fardos de algodón, fardos de chile, fardos de pepita. Y las bozes que dauan eras los propios señores de los dos pueblos. Dixéronle al rrey Monteçuma: "Señor, ¿qué os paresçe de estos miserables? ¿Abrase clemençia de ellos?" Dixo Monteçuma: "Pues que así es, hazed çesar a toda la gente con presteza y con temor, no usen más crueldad". Y así, çesarom los mexicanos con esta manda y temor del rrey Monteçuma. Y çesado, mandó biniesen ante él los nopaltecas e nicpactepecas. Con esto, paresçierom ante él con todos los tributos que prometieron y hecha su obidiençia, le hazen asiento como a rrey hera y danle de comer a él y a todos los preçipales señores. E luego dixo el rrey a Tlacochteuctli: "Dezid a los dos señores rreyes y a todos los demás prençipales y señores capitanes de todos los pueblos que comiençen a marchar y lleuen delante poco a poco y con bien a los presos, no se les huyan por el camino, e les den cumplidamente todo lo nesçesario, no mueran de hambre, pues ellos por su esfuerço y balor, tomando trabaxo, an acabado y cumplido su obligaçion y an benido a dar çebo al sol y al Xiuhpilli, dios de los campos y berduras, y a Cuauhtleehuanitl, dios de los montes, ba sobre nras cabeças; lleguen con bien a sus tierras a la prezençia de sus padres, madres, mugeres, hermanas o hijos los los tienen, los quales estarán lágrimas y ayunas y sacrifiçios por nosotros". Y ansí, començaron a marchar, biando primero mensajeros para todos los pueblos que les saliesen a rresçibir con dones y bastimientos para todo el campo en mucha abundançia.